Las centrales de combustibles fósiles producen electricidad
a partir de la energía química almacenada en un combustible (petróleo, carbón o
combustibles nucleares).
Contaminación provocada
Uno de los problemas asociados a las centrales térmicas de
carbón o petróleo es la contaminación provocada por los gases emitidos a la
atmósfera durante la combustión del petróleo o el carbón. Se generan óxidos de
nitrógeno y de azufre. Y, aunque las chimeneas de las centrales térmicas son
altas para intentar minimizar los efectos de la emisión de gases tóxicos en el
entorno, estas centrales contaminan la atmósfera.
Centrales de ciclo
combinado
Son centrales térmicas de última
generación, más eficientes y menos contaminantes. La construcción de este tipo
de centrales ha proliferado durante los últimos años en los países desarrollados.
Sin embargo, los grupos ecologistas recuerdan sus inconvenientes para el medio
ambiente.
En este tipo de centrales hay
dos turbinas: unas de gas y otra de vapor.
Se quema el gas, y los gases
resultantes de la combustión son los que mueven la primera turbina.
Después el gas, que aún sigue
muy caliente, se utiliza para calentar agua y crear vapor que es el componente
que mueve la segunda turbina (la turbina de vapor), creando nuevamente energía.
El vapor utilizado se refrigera
y vuelve a convertirse e agua con el objetivo de optimizar el proceso lo más
posible.
Al igual que en las demás centrales el principal problema es
la emisión de gases a la atmósfera durante la combustión de, en este caso, el
gas. Y aunque se intente regular esta emisión, sigue habiendo una parte que
contamina el medioambiente.
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